Esta es la parte del libro que he encontrado más difícil de leer por su densidad. Es una parte que en tamaño es corta (ocupa aproximadamente unas 20 páginas) pero en la cual no pasa nada, las 20 páginas son íntegramente una conversación filosófica, que sucede en la terraza de Iturrioz, entre Iturrioz y Andrés.
Tengo que reconocer que a pesar de haberme leído algunos fragmentos de esta parte repetidas veces no he llegado a entender todas las ideas que nos quiere transmitir Baroja sobre su visión del mundo, así que la explicación de esta parte no será muy extensa debido a su complejidad. A pesar de no haber entendido algunas ideas esta parte me ha gustado mucho y me han interesado mucho sus ideas un tanto peculiares sobre la vida.
En la discusión Andrés adopta una posición muy crítica frente a todo lo que sucede. Se ve un claro afán, por su parte, hacia el saber intelectual. Andrés tiene un ansia de sabiduría muy potente, siempre quiere saber mas de lo que sabe y conocer mas cosas.
Finalmente también se ve su gran preocupación en la búsqueda de respuestas a preguntas concretas sobre la justicia y la sociedad en la que viven el mundo y el hombre.
Por otro lado las ideas de Iturrioz se contraponen, en parte, a las de Andrés. Este está en contra de la ambición del saber absoluto que tiene Andrés, opina que se tiene que poner un límite al ansia del saber, porque no nos va ha hacer ningún bien. Totalmente al contrario, cuanto más sabe uno más se da cuenta de lo mal que está el mundo, del penoso país en el que vive y entonces, en esta situación de conocimiento tan extrema, la búsqueda de la felicidad resulta prácticamente imposible y se empieza a vivir en la completa tristeza, de la cual es muy difícil escapar.
Además de esta idea sobre la sabiduría vemos como Iturrioz es un hombre muy práctico, justamente al contrario que Andrés, que es una persona más bien teórica. Esta actitud de Iturrioz la vemos con la idea que Iturrioz nos presenta al final de esta parte sobre "la compañía del hombre".
En esta discusión podemos ver como, para mi asombro y el de muchos otros, es Andrés quien lleva las riendas de la conversación y quien más ideas expone sobre el tema, a diferencia de en las conversaciones que habíamos visto hasta ahora en las cuales Iturrioz siempre había dirigido el curso del diálogo en el que Andrés sólo había contribuido con unas tímidas frases que eran rápidamente revocadas por su tío.
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